martes, mayo 06, 2008

Joven senectud


13:00 del mediodía y aún oigo un pitido incesante. La boca me sigue sabiendo a cartón a pesar de habérmela lavado tres veces y haber comido. Un leve dolor de cabeza aún martillea mis sienes. Aún así, desearía que este momento nunca acabase. El placer de sentarse al Sol sin nada más que hacer que mirar a la gente pasar. Imaginar sus vidas; vivir sus sueños; compartir sus ilusiones. Hay monjes que se podrían tirar toda su vida meditando aislados en sus altas cumbres y aún así no lograrían la paz que me embarga ahora mismo. Nada importa realmente ahora mismo y por ello me siento realmente importante. Ningún pensamiento, simple sentimiento. Esto sí que es vida. Empiezo a entender a los jubilados y a encontrarle otro sentido a pasar el rato. Ei, ¡esa no es forma de echar el hormigón! Casi puedo sentir mi bastón…