lunes, diciembre 31, 2007

¿Te sabes aquél del científico y el campesino?



Si me preguntáis en dónde he estado debo decir "Sucede".

Pablo Neruda.




En sus inicios un campesino griego podía ver una piedra y no preguntarse nada al respecto; simplemente se relacionaba con ella, las cosas ocurrían. Pero con el tiempo empezó a preguntarse cosas acerca de esa piedra hasta llegar a la maldición del “porqué”. Y necesitó algo para responderse; en ese momento surgieron los sistemas de pensamiento. En su caso fue la mitología.

Según la mitología griega, el Caos (Χάος) es “el vacío que ocupa un hueco”. El origen de todo ya residía para ellos en algo completamente inalcanzable, en la paradoja que supone el Caos. Y de Caos nacieron los titanes, auténticas fuerzas de la naturaleza; imparables y también inalcanzables. Y de estos titanes, ya más cercanos, nacieron unos dioses, seres de capacidades únicas, pero asibles, asimilables. En un intento de llegar a una mínima comprensión, su propia mitología puso al mando a estos dioses. Con ellos en la cúspide, no hacía falta entender los dos pasos previos a su creación. Con la victoria de los humanizados dioses griegos, los derrotados titanes desaparecen, encerrados en el Hades para nunca más volver. Pero los espectros pueden ocultarse; nunca hacerlos desaparecer. Y así como los desterraron para siempre bajo su entendimiento, volvieron. Y los filósofos sufrieron una y otra vez sus vueltas. Vueltas que significaban inestabilidad, incertidumbre, duda, Caos.

Y el tiempo pasó y llegaron religiones y filosofías. Y uno a uno los constructos fueron cayendo ante la inconmensurable fuerza de una realidad. Pero, en el instante que todo parecía perdido, llegó la ciencia para reclamar el puesto de salvador. El sistema que todo lo solucionaría; el infalible sistema que pretendía demostrarlo todo. También en este caso se dieron dos pasos previos a desterrar en el olvido en forma de los axiomas, verdaderas fuerzas científicas, y de su padre, el orden más absoluto. Y durante un tiempo el sistema venció, gracias a la armonía entre sus elementos; pero al igual que en tiempos antiguos, los espectros retornaron. Los axiomas y el orden se vieron atacados por sus propios hijos. Surgieron la teoría de la relatividad, el principio de incertidumbre, la física cuántica. Y tras ellos llegó inestabilidad, incertidumbre, duda y una vez más Caos, la física del Caos.

En ese momento el científico, desengañado de su falsa verdad absoluta, se encontró cara a cara con el campesino y no supo si alguna vez volvería a ver esa piedra.

jueves, diciembre 27, 2007

Puntos de vista. Otro eslabón en la cadena.


Figuras, motas de colores circulando entre el gris de la ciudad. Batallas, luces y sombras, artificios y magia. Podría haberse quedado observando ese cuadro durante años. En ese mismo lugar, sentada por siempre. Viajando entre sus trazos, surcando las verdades en sus mentiras, gozando de cada soplo de color. Sólo ella y la pintura, sin nada que la molestase; sería perfecto.

No podía imaginarse nada tan bello. En toda aquella galería de arte no había nada que pudiese comparársele. Ella era perfecta. Sentado allí junto a ella, mientras observaban juntos un cuadro, no podía si no mirarla de reojo y soñar. Soñaba en quedarse en ese mismo lugar, sentado por siempre. Solos ella y él, sin nada que los separase; sería perfecto.

Estaba harto, harto de mentiras, de que sólo saliesen cruces al tirar la moneda. Al menos podrían irse. Otra parejita feliz. Le reventaban las parejitas felices. Había ido a ese lugar en un intento de olvidar, de huir y aquello le había explotado en la cara. Es que todos necesitaban mostrar su amor en público. Sentaditos en ese banco, ¿a qué jugaban?. De pie en el otro extremo de la sala sólo podía imaginárselos desapareciendo. Se quedaría solo, por fin solo, sin nadie que lo dañase; sería perfecto.

Lo había perseguido a lo largo de toda la galería, no había podido evitarlo. Realmente jamás había creído en el amor a primera vista, sensiblerías de Hollywood pensaba. Pero siempre dicen que la realidad supera a la ficción. Y allí estaba ella siguiendo su embriagador rastro. De pronto vio su mirada. El odio y el resentimiento rugían en su interior. Y al otro lado de la sala número V de aquel museo una pareja observaba un cuadro. No necesitaba saber más. Se giró y, lentamente abandonó el edificio con los ojos llorosos mientras se repetía que no lo conocía, que no importaba. Aún así no podía evitar fantasear. Solos él y ella, sin nadie que lo estropease; sería perfecto.

Mientras tanto, en su atalaya, el Obervador, como siempre, observaba. No pudo evitar esbozar una sonrisa ante lo que veía. Una sonrisa que duró tan sólo unos segundos; los que tardó en empezar a preguntarse si el suyo no sería tan sólo otro mero punto de vista.

domingo, diciembre 16, 2007

Espiral de recuerdos

Nada sucedía. Todo estaba en perfecta calma en aquel lugar. Se sentó a recordar. Hacía tiempo que no había pensado en ello; tanto tiempo… La verdad es que todo aquello había perdido el poco sentido que en su momento había tenido. No obstante, el muchacho se acercaba cada año a ese lugar. Se había convertido casi en una peregrinación, en una penitencia. Y cada día lo mismo. Los mismos gestos, las mismas palabras, los mismos besos diluyéndose entre las huidizas sombras del amanecer. Pero ese día todo fue distinto. Había desaparecido, se había marchado. Aquello por lo que religiosamente había acudido a ese lugar año tras año se había escurrido definitivamente entre los recovecos de la noche; o en la copa de un bar; o en una mirada perdida; o en una despedida. Ni una huella, ni un rastro, tan sólo un hueco frío y vacío. Aún así el chico se sentó cabizbajo en aquel mismo lugar como tantas otras veces y comenzó a recordar; y recordó aquella ocasión en que lo único que le quedó fue la pérdida de un recuerdo para recordar.