viernes, febrero 08, 2008

Cenizas del corazón


El olor a quemado era aún insoportable. El sonido de los llantos se confundía entre el estruendo de las sirenas. Llantos desgarrados que recordaban la imposibilidad de salvarla, la muerte de un hijo, la pérdida de un padre. Ante ellos, los bomberos se esforzaban por apagar los últimos rescoldos de las llamas. Una fila de cadáveres calcinados reposaban a un lado testificando macabramente la tragedia. En los ojos de uno de ellos le pareció verla, la veía morir. Cayó de rodillas al suelo, abatido ante tanta injusticia. Aún podía ver como lentamente su vida se apagaba. Las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras la recordaba por última vez. Ya nunca volvería a verla; nunca más el resplandor de su mirada; jamás el roce de sus suspiros; había perdido para siempre el ardor de su pasión. Había muerto; los bomberos por fin habían acabado con ella: la llama se había extinguido.

2 Comments:

Blogger Isa Segura B. said...

Cuando se apaga el fuego hay que dejar volar las cenizas, quizá vuelva la llama cual ave fénix.
Saludos.

7:11 p. m.  
Blogger Paranoide aliterado said...

Los bomberos "tiempo" y "razón" no dejan nunca de patrullar la ciudad. Siempre nacen nuevos focos de incendio.

1:33 p. m.  

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