Si me preguntáis en dónde he estado debo decir "Sucede".
Pablo Neruda.
En sus inicios un campesino griego podía ver una piedra y no preguntarse nada al respecto; simplemente se relacionaba con ella, las cosas ocurrían. Pero con el tiempo empezó a preguntarse cosas acerca de esa piedra hasta llegar a la maldición del “porqué”. Y necesitó algo para responderse; en ese momento surgieron los sistemas de pensamiento. En su caso fue la mitología.
Según la mitología griega, el Caos (Χάος) es “el vacío que ocupa un hueco”. El origen de todo ya residía para ellos en algo completamente inalcanzable, en la paradoja que supone el Caos. Y de Caos nacieron los titanes, auténticas fuerzas de la naturaleza; imparables y también inalcanzables. Y de estos titanes, ya más cercanos, nacieron unos dioses, seres de capacidades únicas, pero asibles, asimilables. En un intento de llegar a una mínima comprensión, su propia mitología puso al mando a estos dioses. Con ellos en la cúspide, no hacía falta entender los dos pasos previos a su creación. Con la victoria de los humanizados dioses griegos, los derrotados titanes desaparecen, encerrados en el Hades para nunca más volver. Pero los espectros pueden ocultarse; nunca hacerlos desaparecer. Y así como los desterraron para siempre bajo su entendimiento, volvieron. Y los filósofos sufrieron una y otra vez sus vueltas. Vueltas que significaban inestabilidad, incertidumbre, duda, Caos.
Y el tiempo pasó y llegaron religiones y filosofías. Y uno a uno los constructos fueron cayendo ante la inconmensurable fuerza de una realidad. Pero, en el instante que todo parecía perdido, llegó la ciencia para reclamar el puesto de salvador. El sistema que todo lo solucionaría; el infalible sistema que pretendía demostrarlo todo. También en este caso se dieron dos pasos previos a desterrar en el olvido en forma de los axiomas, verdaderas fuerzas científicas, y de su padre, el orden más absoluto. Y durante un tiempo el sistema venció, gracias a la armonía entre sus elementos; pero al igual que en tiempos antiguos, los espectros retornaron. Los axiomas y el orden se vieron atacados por sus propios hijos. Surgieron la teoría de la relatividad, el principio de incertidumbre, la física cuántica. Y tras ellos llegó inestabilidad, incertidumbre, duda y una vez más Caos, la física del Caos.
En ese momento el científico, desengañado de su falsa verdad absoluta, se encontró cara a cara con el campesino y no supo si alguna vez volvería a ver esa piedra.