domingo, diciembre 24, 2006

Susurros de la acera

La mortecina luz de las farolas se refleja en los charcos. Son las cinco de la madrugada y te diriges a casa. Tras las brumas del alcohol tus pensamientos retroceden a otros viajes a primeras horas de la mañana. Viajes solitarios, vacuos, banales, pero que han significado un todo. Revives las ganas de dejar de lado tu portal y seguir caminando, o de regresar a lugares que nunca has visitado. Deseas sentarte en aquél recuerdo, volver a sentir aquél gélido viento. Anhelas revivir conversaciones estúpidas y trascendentales o ver de nuevo ese cálido amanecer. Te pierdes en una maraña de antiguas reminiscencias de la que tan sólo despiertas para echarte a dormir. Y mientras la niebla del sueño te envuelve, bajo el abrazo de la manta no puedes dejar de añorar la añoranza de la calle.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Añorar la añoranza...
Algunos de nosotros estamos aprendiendo a vivir en comunion con el dolor, con la tristeza y la melancolia. Nos parecen sentimientos positivos que llenan nuestra vida. Volvemos al romanticismo.

C

3:57 p. m.  

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